Hablando con Ánchel Belmote por Salvador Trallero
Gran charla coloquio, además de instructiva, como es habitual, la que tuvo lugar en la última edición de la Tertulia violinista José Porta el 22 de noviembre, y que realizó el geólogo monegrino Ánchel Belmonte Ribas. Disfrutaron los asistentes de su amena palabra, amplio conocimiento y espectaculares fotografías de Los Monegros, que abrieron una charla que con el título de Monegros: paisaje y desarrollo entró de lleno en las posibilidades de desarrollo del territorio a través del paisaje, entendiendo esto como un crecimiento en lo económico, social y cultural. Hablamos con él.
Desconocido hasta para sus propios habitantes. ¿Cómo es el paisaje monegrino?
Singular. A escala europea es un paisaje nada frecuente, distinto y atractivo. Una maravillosa rareza geológica sobre la que la vida (silvestre y humana) hace lo que puede para ir tirando. Y frágil. Todos sabemos que nuestras areniscas, buros, salagones… son fácilmente erosionables. Esa mezcla de rareza, belleza y fragilidad creo que es un buen resumen del paisaje en el que vivimos.
Uno de los aspectos que más nombró en su charla fue el de la educación para llegar al conocimiento del territorio. Lo que no se conoce no se puede querer ni defender. ¿Qué hay que hacer?
Volver la mirada al paisaje. No verlo como un decorado de fondo sino tratar de entender su origen y peculiaridad, su valor. No verlo tampoco como un estorbo para modelos de desarrollo caducos, sin cabida en el siglo XXI, ni como algo que puede exprimirse sin límites. Su pérdida es irreparable, hay modificaciones sin vuelta atrás. La educación, dentro y fuera de los centros escolares, es un arma poderosa. El conocimiento nos hace más dueños del territorio y nos permite tomar mejores decisiones sobre él.
Pero la realidad es que en los centros educativos de Los Monegros no se da ni una hora lectiva al año sobre historia, paisaje, cultura o folclore comarcal…
Como profesor, sé que para los docentes cubrir el currículo cada curso es una tarea ardua. Por supuesto, sería ideal abrir espacios para conectar lo general con lo particular, para que leamos en nuestro territorio conceptos globales, pero conociendo nuestra peculiaridad. Las ciencias naturales, y en especial las geológicas, son propicias para entender el mundo desde nuestro propio paisaje.
Hablamos mucho de turismo, pero en los últimos años la masificación turística está creando grandes problemas en muchos sitios, alterando los paisajes, entornos y la vida de los lugareños. ¿Se ha convertido el turismo en un problema?
Sin duda, el turismo es ya un serio problema en numerosos lugares como ciertos enclaves pirenaicos. Una masificación que perjudica gravemente a la naturaleza, crea conflictos sociales en relación a la vivienda, empleo estacional y de baja cualificación y –para mí lo más grave- una pérdida del control sobre el territorio, donde las necesidades del visitante se anteponen a las de los habitantes. Es una actividad necesaria, pero que requiere una inteligente planificación previa.
Pero por otro lado se ve el turismo como una fuente de ingresos…
Y lo es. Pero también, mal gestionado, es un potente desequilibrador de los sistemas sociales, económicos y naturales. En mi opinión, el turismo debe ser un activo más de los territorios, pero desde una perspectiva de economía diversificada, donde los distintos sectores estén equilibrados al máximo. Mantener en 2024 una idea de turismo de los años 60 es ridículo y grave. Y bajo los sobados términos de sostenible u otros que van surgiendo, se maquilla una idea real de “cuanto más, mejor” absolutamente inaceptable. En Monegros, la presencia de un magnífico polo como el monasterio de Sijena puede permitir una inteligente combinación de oferta cultural y paisajística dirigida a un público sensibilizado. No podemos, no debemos ser un destino de masas ni fomentar el turismo de la banalidad.
Se habló de la figura de Parque nacional o natural para Los Monegros, proyecto fulminado de un plumazo por una parte de la clase política comarcal sin ni siquiera conocerlo. ¿Podemos aún proteger el paisaje y el territorio?
En lo que se refiere a la protección de la naturaleza, en Monegros llegamos tarde para muchas cosas. Pero no para todas. Aunque hemos perdido el conjunto, aún quedan muchas islas de naturaleza bien preservadas que merece la pena proteger. Figuras como la de Monumento Natural o, para extensiones mayores, Paisaje Protegido, son aún posibles en Monegros. No suponen una restricción a las actividades tradicionales y ayudarían a blindar nuestros mejores espacios frente a nuevos usos del territorio que están ya colonizando el paisaje monegrino. Creo que es momento de que, como sociedad, mostremos un poco de compasión sobre los paisajes naturales que aún nos quedan y los conservemos para nosotros y quienes vengan detrás.
Tenemos las granjas en Jubierre, junto al tozal de la Cobeta; la saturación de porcino en el territorio donde ya no pueden dormir con la ventana abierta en varias poblaciones como Lanaja, Leciñena o Robres; ahora llegan los gigantescos molinos de aire… ¿Aberración?
Me cuesta creer que una tierra como la nuestra sirva sólo para producir en masa lo que otros no quieren en sus territorios. El problema no son las granjas ni los aerogeneradores en sí, sino la desproporción. “Nada en exceso”, se decía en la antigua Grecia. Ojalá lo tuviéramos presente hoy.
¿Se aprovechan las administraciones y compañías energéticas de la poca población y la indiferencia social?
Ser pocos y, sobre todo, indiferentes, nos sitúa en una posición de vulnerabilidad. La conciencia, la cultura y el amor sano por la tierra son sin embargo actitudes que nos refuerzan como sociedad y que permiten un desarrollo sólido en todos los ámbitos que esta palabra supone y que no es ni mucho menos sólo el económico.
Vemos lo que está pasando en la sociedad actual, ¿por qué tanta apatía y desencanto?
No lo sé. Es una cuestión compleja que merece una reflexión colectiva e individual. A algunos les interesará que seamos apáticos y creamos que ningún cambio a mejor se puede producir. Y a cada ciudadano le corresponde elegir entre compromiso o indiferencia, entre cultura o barbarie. Como sociedad, ser mejores es posible. Seguro.