La isla de Jura

La isla de Jura

La isla de Jura  -por Salvador Trallero-

En el norte de Escocia, en el aislado archipiélago de las Hébridas interiores, y con frecuentes tormentas, fuertes borrascas, viento ululante y peligrosas corrientes marítimas del Océano Atlántico, se encuentra la isla de Jura, un pequeño islote de casi cuatrocientos kilómetros cuadrados, con doce de anchura máxima, y donde en la actualidad apenas viven doscientas cincuenta personas, con una carretera asfaltada que atraviesa la isla y varios senderos que la recorren, tiene un hotel, un restaurante y una destilería donde fabrican el whisky de Jura; destacan en su fauna varios cientos de ciervos rojos que campan a sus anchas por el lugar. George Orwell se trasladó allí en mayo de 1946, buscando el suficiente aislamiento para escribir el proyecto literario que acabaría siendo Mil novecientos ochenta y cuatro, una de sus novelas más famosas. Se instaló en Barnhill, una pequeña cabaña de paredes blancas y tejado de pizarra negra, a cuatro kilómetros del sendero principal y a la que se accedía, al igual que se sigue haciendo hoy, por una estrecha senda en el páramo, entre turba, brezo y hierba baja. Allí vivió junto a su hermana Avril, su asistenta Susan y su hijo Richard; y aparte de escribir, criaba gansos, cazaba conejos o recogía leña. Terminó su novela en un par de años, entregándola al editor en diciembre de 1948. Orwell tuvo un rebrote de tuberculosis, enfermedad que padecía desde hacía años, y dejó la isla en 1949, ingresando en un sanatorio de Gloucestershire donde murió en enero de 1950. Con el paso del tiempo, el tejado de la cabaña abandonada se desmoronó en parte, siendo reconstruido unos años más tarde. Con las losas de pizarra dañadas, la Orwell Society tuvo una curiosa idea, dar una placa con un trocito de ellas como reconocimiento a personas o colectivos que han trabajado en la difusión de la figura de George Orwell. Todo un simbólico y original detalle que nos da cuenta de la amplia y constructiva imaginación.

Hoy, varios cientos de personas visitan la isla de Jura cada año, recorren los cuatro kilómetros por el estrecho sendero para llegar a Barnhill y visitar aquella cabaña en la que Orwell escribió su novela, y que ha hecho que el lugar sea conocido a nivel mundial. Algo parecido podría pasar en Los Monegros, las posibilidades de promoción del territorio a través de la figura de George Orwell son amplias, aunque la triste realidad nos lleva a la indiferencia de la institución comarcal y sus responsables, sin una iniciativa que impulsaría un gran conocimiento exterior del territorio en los miles de personas que hoy vuelven a releer al escritor británico, quién tuvo la capacidad de vislumbrar por donde podía llegar el futuro social y plasmarlo en su literatura. Es lo que hay.