por Salvador Trallero, junio de 2025
Wihiba Sands (Omán), noviembre de 2023
Atardece en las doradas arenas del desierto. Sedosos y minúsculos granos de arena forman las miles de dunas de todos los tamaños que se extienden hasta cubrir el lejano horizonte; y en sus puntas, el ligero y cálido viento mueve las crestas de arena, creando ondulaciones que sombrean el paisaje en las últimas luces del día, cuando los colores se suavizan tornando a unos tonos ligeros que se van apagando con el paso de los minutos, el sol cae rápido en los confines del mundo.

Llegué al desierto de arena tras visitar la ciudad costera de Sur, donde, cuenta la tradición, nació el célebre y recordado viajero de nuestras lecturas infantiles y juveniles Simbad el marino; con miles de kilómetros de extensión, Wihiba Sands es uno de los desiertos de arena más grandes del mundo, que cada año crece y arrebata tierras yermas a la estepa omaní. El aire es cálido, pero no hace excesiva calor en Omán en noviembre, nada que ver con los 45º a los que se llega en los meses de junio a septiembre, y en los que de una a cinco del mediodía, la actividad en las ciudades casi llega a paralizarse por completo, con el cierre de los comercios, cafés y restaurantes, y la interrupción del transporte público. También allí hay siesta.

En los umbrales del desierto, salpican las dunas y planicies de arena algunos brotes verdes de pequeñas plantas y arbustos, que apenas sirven de alimento a reducidos rebaños de cabras y algunos camellos, que no se alejan demasiado de improvisados abrevaderos que rellenan de agua los propietarios y pastores cada pocos días.
Como destino de viajeros y turistas, se ha levantado algún pequeño campamento con apenas doce cabañas en la entrada de las arenas, a unos trece kilómetros de Biddiya, la ciudad más próxima. El silencio acompaña en todo momento, apenas el susurro del viento y poco más. El aire es limpio, sin olores, y en la noche fresca y clara, miles de estrellas cubren la cúpula celestial que se extiende hasta el lejano infinito, y en el que la vista se sumerge perdiéndose en su inmensidad. Wihiba Sands, el desierto de arena.


















